Autoría: Raúl del Viso, gerente de EAPN-CLM 


Un territorio sin entidades del Tercer Sector: La conmemoración del día del Tercer Sector, o como dirían hace unos años, el día de las organizaciones civiles o no gubernamentales (ONG), es siempre un momento de agradecimientos y parabienes donde se pone en valor el papel de apoyo que la ciudadanía más comprometida tiene con la ciudadanía con menos oportunidades. En anteriores artículos hemos mencionado cómo se conforman estas organizaciones (asociaciones o fundaciones), pero este día precisamente querría hacer la siguiente reflexión ¿qué pasaría si no hubiera organizaciones sociales, civiles, sin fin de lucro? ¿su existencia es necesaria? ¿podríamos vivir sin ellas?

Es posible que lo primero que se nos haya pasado por la cabeza sea que nadie es imprescindible, que la vida se abre paso y otros ocuparían su lugar, como en cualquier ecosistema. Es posible, pero permítanme que haga un ejercicio de contraste mediante un breve inventario de lo que nos dejarían de proporcionan estas organizaciones, más allá de los económicos servicios públicos a la ciudadanía más vulnerable sobre los que hablaremos en otro momento:

El papel de abogacía social no sería ejercido, careceríamos de una estructura organizada para expresar intereses y demandas ciudadanas a los poderes públicos. Esta desconexión nos avocaría a una ausencia de rendición de cuentas de los poderes públicos a la ciudadanía, centralizándose las decisiones y sin una transparencia de estas facilita el abuso de poder, la corrupción y la mala gestión de lo común

Sin grupos organizados con capacidad para generar información sobre la realidad social, la ciudadanía carecería de defensa de los derechos sociales, acceso a servicios públicos o derechos fundamentales, con el consiguiente deterioro en las condiciones de vida de la mano de un debilitamiento de la protección social. Una sociedad sin ciudadanos que demanden mejoras o protesten por su ausencia es uno de los logros soñados por líderes autoritarios, cuyas democracias tienen un título inmerecido.

Aquellos grupos o territorios marginados y vulnerables quedarán desprotegidos, y con ellos el resto, ya que la cohesión social depende en gran medida del llamado tejido social, y en su ausencia las sociedades se fragmentan grupos pequeños y pierden la capacidad para resolver problemas colectivos de manera organizada. En este contexto, el individualismo y el sálvese quien pueda sería la estrategia de supervivencia predominante, y los problemas colectivos como la pobreza, el desempleo o el acceso a servicios básicos no tendrían un interés general.

Aunque es un sector que carece de fin de lucro, el ecosistema económico también se vería afectado por su inexistencia, ya que se trata de organizaciones que promueven la innovación en ámbitos como la economía solidaria, la atención a las necesidades comunitarias o la sostenibilidad ambiental. Sin su presencia, el Estado y el mercado se convierten en los únicos actores de desarrollo, limitando la diversidad de propuestas y enfoques para resolver problemas sociales, quedando sin cobertura aquellas necesidades no detectadas o sin rentabilidad. Al no existir cooperativas, empresas sociales o formas de organización comunitaria que puedan competir o complementar las dinámicas económicas, la economía se concentraría en manos del Estado o empresas, reduciendo la diversidad económica.

En situaciones de crisis, como desastres naturales o emergencias sanitarias o sociales, las organizaciones ciudadanas suelen ser clave por su respuesta rápida y la ayuda a las comunidades afectadas, y su ausencia nos dejaría a todos expuestos a consecuencias negativas, que además, deberíamos acometer de manera aislada e individual, y que no habría voluntariado y apoyo mutuo, aumentando aún más nuestra vulnerabilidad.

Aunque a primera vista no sea evidente, parece que la ausencia de entidades sociales ciudadanas debilitaría gravemente la estructura democrática, los derechos humanos y el tejido social de cualquier Estado, evidencia palpable en algunos de nuestro entorno. Las organizaciones ciudadanas no solo actúan como defensoras de los intereses colectivos, sino que también fomentan la cohesión social, la equidad y la rendición de cuentas del poder a la ciudadanía (en una semana la Red Contra la Pobreza nos informará si las administraciones autonómicas avanzan por el buen camino para reducir o erradicar la pobreza). Sin estas organizaciones, el Estado carecería de trabas para concentrar poder; erosionar derechos individuales y sociales; y las oportunidades para un desarrollo social, económico y político inclusivo se reducirían drásticamente.

Por todo ello, creemos que tener un día de conmemoración del Tercer Sector es una oportunidad de poner en valor la acción política, social y económica de las organizaciones, su papel de apoyo e impulso a las personas y territorios más vulnerables y la labor de tantas y tantos voluntarios y profesionales que sin hacer ruido, velan porque nadie se quede atrás.

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